Cien años durmió la niña.
El príncipe protestó:
“Lo siento. Con esta anciana
¡no pienso casarme yo!”
¡Qué grandes ojos!
¡Qué piel peluda!
¡Qué orejas tenés, por Dios!
El lobo se fue gritando:
─¡Qué mala y cruel sos vos!
El monstruo cerró los ojos.
La joven lloró y lloró.
La magia rompió el hechizo:
¡Ay, bestia! ¡Qué lindo sos!
ME ENCANTO!
Un millón de gracias, Clau, por tus visitas y tus comentarios. Besos,
sos una genia!!! Dios te acompañe siempre!!!!