Como otros superhéroes, Megaplás encontró su destino de pura suerte. Podría decirse que fue un error de laboratorio. O del aula de Primer Grado, porque ahí nació. Su creador, el ingenioso niño Wally, le dio vida un 22 de mayo poco después de las 9:52 de la mañana, cuando sonó el timbre del recreo.
–Pongan sus creaciones sobre la maqueta –les había dicho la señorita–. Las exhibiremos en el patio durante toda la semana.
¡Encima eso! Como si ya no hubiera sufrido bastante con la actividad, Wally tendría que aguantar también la humillación de que su torpeza con la plastilina quedara a la vista de todo el colegio.
Le había tocado la de color rosa. Así que su primer intento fue hacer un cerdito. No le salió. Después probó con una flor: tampoco. Un flamenco, un globo, un helado. No, no y no. ¡Era un soquete con la plastilina! Para colmo, de tanto manosearla, el color se fue mudando a un gris rosado bastante asqueroso. Y la figura final terminó siendo una pelota medio cuadrada con tres orejas extrañísimas.
Cuando sonó el timbre, todos (menos Wally) salieron disparados del aula y una corriente de aire puso a volar los papeles del escritorio. La maestra protestó:
–Siempre lo mismo, se vuelan a cada rato. Y ese chiflete que entra por la ventana no ayuda.
Mientras la seño juntaba, Wally se acercó a la maqueta. Miró el delfín de Juani, la ranita de Ema, el camión de Efraín. ¡Estaban todos buenísimos! Y eso lo hacía sentir peor.
–¿El tuyo es un alien, Wally? –preguntó la seño, adivinándole la tristeza.
Él miró su extraña criatura gris rosada y no supo qué contestar al principio. Entonces se cayó un dibujo de la cartelera.
–¡Ay! –volvió a quejarse la mujer –. Este corcho ya no da para más, ni las chinches aguantan.
Y fue en ese minuto exacto cuando nació Megaplás. Wally arrancó una de sus orejas gris rosadas, la presionó contra el corcho y adiós, problema: la chinche se volvió a pinchar.
Otra oreja fue directo a la ventana. Hizo un choricito y así tapó el chiflete que se colaba por el vidrio.
–No es un ningún alien, señorita –Wally contestó por fin a la pregunta que antes se había quedado sin respuesta–. Se llama Megaplás, y es un superhéroe.
El niño volvió a moldear su criatura. Añadió más plastilina y aparecieron dos nuevas orejas. Sonrió satisfecho. Era una hermosa creación.
– Será el guardián del aula –prometió la maestra–. Y vivirá justo encima de esta pila de papeles, para sujetarlos.
Megaplás se acomodó en su nuevo hogar. A Wally le pareció que sonreía.